Explica también la devoción a la Divina Misericordia, que está orientada a descubrir, agradecer y celebrar la infinita misericordia de Dios revelada en Jesucristo.
Y esta imagen, que tomo de la página de facebook: Jesús, en Ti confío, está relacionada con el contenido del artículo. Primero, llenarme de este inmenso amor que Dios me tiene para poder darlo a los demás, porque nadie puede dar lo que no tiene.
Confianza en la Divina Misericordia
Lunes, Marzo 14, 2016 - 10:41. Editorial. Diario del Sur.
La
confianza en Dios es fácil cuando todo va bien. Sin embargo, en
momentos de sufrimiento y pruebas, aparece la duda. Pero la confianza en
Dios es la clave; debemos dejar que Él sea como el salvavidas al que
nos aferramos cuando sentimos que nos estamos ahogando.
Cuando nos enfrentamos a una crisis o a una
prueba, inmediatamente olvidamos todo lo relacionado con la confianza en
Dios y nos paralizamos de miedo. Debemos recordar que estas formas de
sufrimiento nos dan la oportunidad de confiar aún más en Dios y de
crecer espiritualmente. En nuestra oración entonces, debemos pedir
fortaleza, ánimo y una mayor confianza en la Divina Misericordia en el
momento de la prueba.
Dios es amor, como nos recuerda san Juan. Por amor
creó el universo; por amor suscitó la vida; por amor ha permitido la
existencia del hombre. Por amor hoy me permite soñar y reír, suspirar y
rezar, trabajar y tener un momento de descanso.
Enseñar y predicar la misericordia divina ha sido
uno de los legados que nos dejó el Papa Juan Pablo II, especialmente en
la encíclica “Dios rico en misericordia”, donde explicó la relación que
existe entre el pecado y la grandeza del perdón divino, que no puede
revelarse de otro modo si no es como Misericordia.
Juan Pablo II quiso divulgar la devoción a la
divina misericordia que fue manifestada a santa Faustina Kowalska. Una
devoción que está completamente orientada a descubrir, agradecer y
celebrar la infinita misericordia de Dios revelada en Jesucristo.
Reconocer ese amor, reconocer esa misericordia, abre el paso al cambio
más profundo de cualquier corazón humano, al arrepentimiento sincero, a
la confianza en ese Dios que vence el mal, con la fuerza del bien y del
amor omnipotente.
A ese Dios misericordioso le debemos siempre
decir, desde lo más profundo de nuestro corazón, que sea siempre alabado
y bendecido, que camine siempre a nuestro lado, que venza con su amor
nuestro pecado.
La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo son, en efecto, la más grande manifestación de la Divina
Misericordia de Dios Padre hacia los hombres, especialmente hacia los
pecadores.
Tengamos presente que la Fiesta de la Divina
Misericordia se celebra el primer domingo después del Domingo de Pascua,
que debe ser sobre todo un día de gracia para todos los hombres, un día
de reconciliación con Dios y con los hermanos por medio del sacramento
de la penitencia:
Recordemos que nos encontramos celebrando el
Jubileo de la Misericordia que concluirá el 20 de noviembre de 2016 con
la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. El Santo
Padre, ha expresado: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia.
Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de
misericordia, y es importante que los fieles la vivan y la lleven a los
diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”. Con el Jubileo de la
Misericordia, el Papa Francisco pone el centro de atención en el Dios
misericordioso, que nos invita a todos a volver hacia Él.
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